Mapa de La Dimensión Mágica de Bosques

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lunes, 8 de noviembre de 2021

Fleur y los seres del bosque

 

Fleur y los seres del bosque.

 

Fleur ya tenía dominado el arte de tejer ropa de lana de todo tipo, crear seres mágicos y animales de lana e hilvanar historias con hilos.

Un día, mientras tejía la ropa de unos hurones, su maestra, la Tejedora le dijo:

-¡Fleur! ¡Fleur! ¡Ven aquí querida!

-¡Tejedora! Dime ¿qué sucede?

-Los animales de lana me han informado que unos duendes y hadas fueron atacados por trasgos y debes ir a ayudarlos, te encargo la tarea, ya te veo capaz de manejar estas cosas, ve lo antes posible.

La joven Fleur ya era una joven adulta, se supondría que ya tenía entre 19 y 22 años de edad, era alta, de cuerpo mediano, ni flaca ni rellenita, de pelo negro azabache y piel blanca, con sus rasgos marcados y ojos color del tiempo, que cambiaban de color según su estado de ánimo, se le ponían más claros o más oscuros de pendiendo de lo anterior mencionado. Vestía con vestidos de lana holgados de colores marrón o verde oscuro y un largo sacón de lana de mangas largas y largo hasta las rodillas, igual sus vestidos de lana. Y sus pies vestían unas botas de piel color negras hasta las rodillas.

La joven tejedora partió a esa zona del bosque donde estaban las hadas y duendes que fueron atacados, cuando llegó, vio un grupo de hadas con algunas partes de sus vestidos y alas desgarradas y los duendes tenían sus gorros, pantalones y botas en mal estado, ellos la esperaban.

-¿Quién viene ahí? ¿Es Fleur? Si amigos, es Fleur, estamos salvados.- decían unas pequeñas voces ansiosas.

-Hola hadas y duendes, ya llegué, sean pacientes, ahora los repararé, compondré sus  cuerpos y ropas. –Dijo dulcemente la joven.

Hadas y duendes hicieron una larga fila y esperaron pacientemente su turno de ser atendidos.

Fleur, hábilmente, reparaba piel de lana y ropa como si no le costara hacer esa labor, sus manos y ganchillos sanaban todo lo que fuera lana, en toda una tarde, hizo el trabajo de sanar quince hadas y veinte duendes.

Terminado el trabajo, la joven se retiró a descansar debajo de un árbol de grandes raíces que sobresalían de la tierra, en ese momento, algunos duendes le trajeron bayas, frutas de todo tipo y un gran jarro de una infusión de hierbas reparadoras y restauradoras. Mientras comía y bebía con celeridad, las hadas la ponían al corriente de las noticias de esa parte del bosque.

Los duendes hacían números de magia y algunas pruebas de acrobacia, cosa que divertía mucho a Fleur.

La joven, ya cuando empezaba bajar el sol, se despidió de los seres mágicos y emprendió el viaje de regreso, en el camino, las luciérnagas le iluminaban el camino a la cabaña de la tejedora.

Cuando llegó, fue recibida por los cinco gatos que ella había tejido un tiempo atrás y se le reunieron alrededor para limpiar su energía.

Entró en la cabaña, acompañada de sus gatos  y la tejedora la estaba esperando con la cena ya hecha.

-Querida, ¿Cómo te trataron las hadas y los duendes? – preguntó la Tejedora.

-De la mejor forma posible, incluso puedo decir que hacen un exquisito té de hierbas, hicieron un espectáculo muy divertido para agradecerme.

-Me alegro entonces, no hay forma que no le caigas bien a alguien, tu bondad es inmensa querida Fleur.

Las tejedoras comieron la cena, se quedaron hablando de cosas divertidas y fueron luego a dormir, acompañada cada una con su propio grupo de gatos de lana, durmieron plácidamente hasta el otro día, con el bello y tranquilizador ruido arrullador de fondo del bosque que habitaban.

Fin.

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