Fleur y los guardianes
Un día que había amanecido soleado y que
bañaba con pequeños rayos de sol la cabaña de la Tejedora y de Fleur, la joven
estaba tejiendo ropa para la nueva temporada y debía entregarlas a algunas
personas de un pueblo cercano.
En eso, la tejedora salió de la cabaña y
se dirigió a la joven muchacha que tejía en la reposera que cantaba alegremente
rodeada de sus gatos de lana que jugaban con madejas de lana.
-¡Fleur! Querida, deja lo que estás
haciendo ahora mismo, tengo una tarea muy importante para ti y esto puede
cambiar el rumbo de las cosas, quiero ver de qué estás hecha y ver si estás a
mi altura.
-¡Oh! ¿En serio? ¿Y qué debo hacer?
-Guardianes de lana, pero te advierto, no
son fáciles de hacer, requieren mucha habilidad, mucho amor, un corazón puro de
verdad y mucha paciencia, porque pueden ser peligrosos, no puedes equivocarte.
Debes hacer dos para mí y dos para ti. Pero tienes una fecha límite para
hacerlos, no puedes tardar más de tres días exactos.
-De acuerdo, debo ir a un lugar tranquilo
y alejado, ya mismo junto mis madejas y ganchillos. – fue lo que dijo Fleur
dejando la ropa que estaba tejiendo y preparándose para ir a un lugar alejado y
tranquilo.
Fleur se fue lo suficientemente lejos
como para estar tranquila, a un claro del bosque y empezó su tarea.
Pasó un día, y la joven estaba a mitad de
camino, ya estaba con un guardián hecho y mitad de otro, no era una tarea
fácil, pero ella estaba segura que lo conseguiría hacer pronto.
Tejió y tejió con gran habilidad,
velozmente y sin pausa, ni siquiera paró para comer algo, de atrás de los
árboles, muchos seres la observaban como con gran empeño creaba a esos enormes
seres de lana muy peludos y de colores oscuros.
Pasados dos días, ya casi terminaba el
cuarto guardián, cuando unas voces le
dijeron:
-Sigue no te detengas, ya falta poco, ya
casi los tienes hechos.
Cuando amanecía el tercer día, Fleur
había terminado el reto, solo necesitaba darles magia para que se movieran,
cosa que ya estaba haciendo.
La Tejedora estaba tejiendo un manto de
lana en el telar, rodeada de sus gatos, cuando ya era la mañana del tercer día,
sintió un ruido de hojas crujiendo, de muchos seres que pisaban fuerte. Se levantó
del telar, caminó hacia donde escuchó los sonidos y observó que venía la joven
Fleur acompañada de 4 altos animales de cuatro patas, dos de color marrón y dos de color negro.
-Hola Tejedora, he cumplido, dime que te
parecen los guardianes.
-A ver a ver, guardianes, haremos
pruebas. Ven a mi lado Fleur.
Los guardianes se asemejaban a 4 perros
terranovas, dos marrones oscuros y dos negros como la noche, jadeaban con sus
largas lenguas, y sus ojos miraban a ambas mujeres esperando las órdenes de la
Tejedora y de Fleur.
Las pruebas que les hicieron realizar
fueron: emboscadas, saltos, desaparecer de un lugar y aparecer en otro, atrapar
ardillas, saltar a las copas de los árboles, hacer tareas combinadas, tanto de
atrapar, como de auxiliar animales y seres, pararse en dos patas, tanto con las
de adelante como las de atrás, hacer acrobacias, perseguirse entre ellos y un
montón de cosas más.
Ya estando satisfecha la Tejedora con las
pruebas, le dijo a Fleur.
-Querida Fleur, yo me quedo con los
marrones.
- Y yo con los de color negro.
-Me parece justo. ¿Te resultó difícil la
tarea de crearlos? Porque has hecho un excelente trabajo, me has maravillado.
-Me ha costado pensar que forma darles,
pero luego fue fácil, también tuve el aliento de algunas voces que me decían
que no me rindiera.
-¡Ah! Esos fueron tus gatos, ellos no querían
verte fallar, se escabulleron y desde las sombras te alentaban
-Esos mininos son un amor… ¿no me digas
que tú también me espiaste?
- No pude evitarlo, pero me di cuenta que
casi te subestimo, estas a mi altura o un poco más, ya puedo dejar de llamarte
aprendiz y llamarte colega.
Ambas mujeres se abrazaron y se palmearon
la espalda una a otra y saltaron y bailaron de alegría.
La Tejedora y Fleur ya tenían dos
guardianes de lana cada una, para que las acompañaran a todos lados, aparte de
sus grupos de gatos de lana que nunca las dejaban solas.
En un costado de la cabaña, se instalaron
4 casitas de madera, parecidas a caniles o cuchas, en las que dormían y
descansaban los guardianes.
Luego se vendrían más aventuras de Fleur,
pero eso es de otro relato posterior.
Fin.
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