Fleur y el sueño de la cabaña
Fleur despertó una mañana, ella ya había
cumplido una edad aceptable como para decir que había aprendido todo lo que se
tenía que saber sobre tejido, de ropa común y corriente, de tejer amigurumis,
de componer ropa, de hacer animales vivos de lana, de seres mágicos, de incluso
hacer una casa de lana y también de tejer historias y cuentos y relatos…
prácticamente todo lo posible de hacer.
Digamos que su apariencia era la de una
adulta joven de 25 años de edad, de tez blanca, pelo negro azabache, una gran
belleza y unos ojos que cambiaban de color según su estado de ánimo y el clima,
digamos que también podía ver a oscuras como un gato hasta cierto punto.
Esa mañana, se levantó de la cama, se
lavó la cara, se peinó con un peine de madera de sándalo, acomodó su vestido de
lana verde oscuro, se colocó su sacón que iba hasta las rodillas, también sus
botas de piel que llegaban también a sus rodillas.
En la mesa, estaba el desayuno que había
preparado la Tejedora, había dos hogazas de pan, mermelada de frutos del
bosque, unos jarros de infusiones de hierbas, y galletas recién salidas del
horno.
La Tejedora le preguntó a Fleur como fue
su noche de descanso
-Fue un buen descanso, pero tuve un sueño
que no entendí del todo
-Cuéntame que sucedió en el sueño
-Estaba caminando por el bosque, con mis
gatos y de pronto encuentro una cabaña en el medio del bosque, en ella había un
telar y yo me sentaba en él, empezaba a tejer una larga manta y en la manta
terminada estaba escrito: ven a buscarme, sigue tus sueños, sigue tus sueños,
ven a buscar tu futuro… y desperté.
-Ajá, que interesante.
-¿Qué puede significar este sueño?
La Tejedora se quedó unos segundos en
silencio, miró a Fleur a la cara y le dijo:
-Esa cabaña está reservada para quien ya
sabe todo sobre tejido, historias y magia, debes ir a buscarla, debes seguir
tus sueños, no te pongas triste, volveremos a vernos, pues las tejedoras
siempre somos unidas, de madres a hijas, de nietas a abuelas.
-Iré a buscarla, no tengo miedo de vivir
sola, pero…
-¿sí? Dime
-¿Me visitaras de vez en cuando?
-Claro que sí, nunca vamos a dejar de
vernos, las tejedoras debemos ser siempre unidas, te visitaré en tu nueva casa.
Dicho esto, se levantó cada una de su
silla de madera y se unieron en un abrazo.
Fleur, luego de desayunar, juntó sus
agujas de tejer, sus ganchillos y varias madejas de lana en un bolso, llamó a
sus gatos, que esta vez eran siete gatos multicolores, llamó a sus dos
guardianes que se asemejaban a dos enormes perros terranova de color negro y
empezó su camino en busca de la tanta famosa cabaña.
Caminó un día entero, se guio por su
intuición y por las señales que encontraba en el camino, sus gatos se
adelantaban para guiarla, sus guardianes iban detrás de ella protegiendo el
camino dejado atrás.
Entonces, ella llegó a la cabaña, una
cabaña de piedra y techo de troncos a dos aguas, de planta alta y planta baja,
rodeada de un jardín de flores de todo tipo, con un horno de barro afuera y con
dos casitas de madera para sus guardianes.
Fleur entró en la cabaña y era como ella
deseaba, era a su medida, lo que ella siempre había querido en una casa: una
chimenea de piedra, una cocina económica a leña, una gran mesa de roble, en la
planta alta había espacio para dos camas, dos grandes ventanales y un enorme
ropero y una cómoda de madera. Todo era como la casa que había visto en el
sueño y también como siempre había imaginado su futura casa.
La joven entonces escuchó que llamaban a
la puerta de entrada, fue y abrió la puerta, del otro lado, estaban duendes,
gnomos y hadas.
-Hola, ¿tú eres la nueva tejedora?
–preguntaron un montón de alegres voces
-Sí, soy la nueva tejedora, pueden
llamarme Fleur si quieren.
-De acuerdo, te trajimos algunas cosas de
bienvenida.
Los seres mágicos le entregaron a la
joven varios juegos de agujas de tejer, ganchillos, madejas de lana de todos
los colores posibles y una tiara hecha con flores de metal y piedras preciosas
incrustadas.
Luego de terminar de recibir los regalos
y estrechar la mano de todos los seres mágicos, los invitó a pasar, hicieron
una fiesta de bienvenida, que duró toda la noche, luego de todo esto, Fleur
despidió a los invitados y se fue a dormir.
Al otro día, recibió la visita de la
Tejedora, que la felicitó por seguir sus sueños y tener una hermosa casa donde
vivir.
Ambas mujeres se siguieron frecuentando
cada cierto tiempo, pues ahora cada una se ocupaba de sus propios trabajos en
lana, tomaban pedidos, arreglaban ropa y seres mágicos.
Y un día, Fleur tomó una aguja de
ganchillo, se sentó en una mecedora y empezó a tejer un cuento, estas fueron
sus palabras al empezar el cuento:
-Había una vez una tejedora…que vivía en
medio del bosque en una cabaña de piedra y techo de troncos… rodeada de
animales y seres fantásticos de lana… su nombre era Fleur…
Fin.
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