Era un día que
estaba por terminar en un bosque espeso en algún lugar del continente americano,
había un hombre de barba y pelo largo, vestido con un chaleco de jean con un
parche en la espalda de una mano cornuta que caminaba por un sendero que se
abría entre los árboles.
Por otro camino,
venía un hombre-lobo medianamente joven, estaba bastante pensativo, serio y
metido en sus cavilaciones, se lo veía algo preocupado.
En un momento, en
un pequeño cruce, donde había un gran tronco tirado en el suelo, se detuvieron
ambos en seco, se miraron a los ojos de forma penetrante. Pasados unos segundos
incómodos, se unieron en un abrazo.
-¡Fédrez Patas
Blancas! –dijo el hombre de barba.
-¡Demetrio Líceros!
–dijo el hombre lobo.
-¡Por fin nos
conocemos en persona! ¡Que grata sorpresa! -dijeron ambos al mismo tiempo.
Se sentaron en el
gran tronco y empezaron a charlar amenamente, se contaron sus vidas, con todos sus
altibajos y pormenores; como Fédrez llegó a guardián del recinto de los
ancestros y Alfa en el consejo de lobos, como Demetrio llegó a ser un
empresario de las bebidas alcohólicas y su hobbie de cazador paranormal.
Luego de una
larga charla de algunas horas, Fédrez le preguntó a Demetrio:
-Tú que tienes
habilidad con la producción de bebidas ¿Podrías ayudarme con algo?
-¿Con bebidas?
Cómo no, dime que necesitas, talvez pueda fabricarlo.
-Necesito una
bebida para mis ritos en la tribu, tiene que ser algo ameno, poco alcohólico y
reconfortante, tómate el tiempo que necesites.
-De acuerdo, dame
unos 3 meses para fabricarlo y nos volvemos a ver aquí mismo y te traeré tu
pedido, ya que eres conocido, no debes pagarme nada, tómalo como una atención y
un regalo.
Ambos estiraron
la mano y cerraron el trato con un apretón de manos.
Demetrio llegó lo
antes posible a su fábrica de fermentados y puso a trabajar a sus empleados,
les dijo que separaran el fermentador que tenían para ocasiones especiales y
que estuvieran atentos a sus indicaciones, pues no podían equivocarse ni en una
sola cosa, todo tenía que salir perfectamente y sin errores.
Los tres meses
pasaron volando, en el mismo tronco de la vez anterior y en el mismo bosque,
Fédrez esperaba pacientemente con tres de los lobos de su manada la llegada de
Demetrio.
El hombre de barba
apareció cargando cuatro damajuanas de 10 litros de vidrio color verde, de a
dos en cada mano. Las dejó en el suelo y le dijo a Fédrez:
-Aquí está lo
prometido, te traje una vieja bebida llamada Cyser, es un hidromiel hecho en
base de sidra o jugo de manzana, miel y levaduras, lo he especiado con canela,
clavo de olor y jengibre y su nivel de alcohol es de un intermedio entre sidra
y vino común.
Demetrio metió la
mano en el bolsillo interno de su chaleco y sacó una pequeña botella que le
alcanzó al lobo.
-bebe un poco,
quiero ver si es lo que buscabas.
Los cuatro lobos
se pasaron la botella mientras bebieron un sorbo cada uno, los cuales no
pudieron ocultar su felicidad ante tal buena bebida.
-Es exactamente
lo que buscaba, muchas gracias- dijo alegremente Fédrez, que mandó a cada lobo
a cargar cada uno una damajuana.
-Gracias a ti
lobo, gracias por confiar en mi buena fe y habilidad – dijo sonriendo Demetrio.
Ambos, hombre y
lobo se abrazaron y dijeron de volver a verse para la entrega de los encargos venideros.
Caminaron en
direcciones opuestas como hace meses, Demetrio ganó un amigo y otro cliente,
Fédrez ganó la confianza de un humano y la pócima que necesitaba para sus ritos
de guardián del recinto de los ancestros.
Fin
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