Mapa de La Dimensión Mágica de Bosques

Mapa de la Dimensión Mágica de Bosques

  Mapa de la Dimensión Mágica de Bosques   La Dimensión mágica de Bosques, lugar donde habitan los seres tres esencias y algunos yok...

sábado, 3 de agosto de 2019

Lo que hay en lo oscuro


En una gran casa de dos pisos con sótano y altillo en las afueras de la ciudad, vivía una mujer de nombre Tania de 53 años de edad, ella había enviudado hace no más de 2 años, nunca pudo tener hijos con su marido y en cambio, estaba acompañada de un gato gris enorme y gordo de la raza Maine Coon llamado Eliot, también de una gata negra de la misma raza que Eliot llamada Misha, y de un perro gigante negro de gran porte, con cara de pocos amigos, cruza de Mastín napolitano y San Bernardo de nombre Klaus.
Misha y Eliot respetaban un pacto que habían hecho con el gigante Klaus de no agredirse y de cuidar con garras y dientes a su dueña Tania.
Una tarde, Tania estaba en su casa, cuando de pronto, se abrió la puerta de calle de golpe, Klaus Misha y Eliot estaban en la sala de estar, que estaba al lado del recibidor, en el cual había un closet para los abrigos y la escalera a los pisos altos de la casa, ellos tres acompañaban a Tania y se quedaron mirando la puerta, la mujer se percató que los animales miraban la entrada de la casa y se levantó a cerrar la puerta, echarle llave y volvió a su sofá para continuar leyendo un interesante libro.
-Misha, Klaus ¿Lo vieron entrar? – Preguntó Eliot a sus compañeros.
Misha solo se le quedó mirando, en cambio Klaus, con un grueso vozarrón le contestó:
-Todos lo hemos visto, pero nuestra dueña simplemente no puede, dejemos pasar unos días.
Los días que siguieron a ese hecho, cuando Tania dormía o estaba en otros lugares de la casa, se escuchaban crujidos en los peldaños de la escalera, puertas abrirse solas y crujir, pasos en los pasillos de los dormitorios, se lo veía a Klaus ladrarle a la oscuridad y a la nada, a Misha mirar a la nada, observaba a Eliot erizarse y ponerse en posición de ataque, se escuchaban sonidos raros en el altillo, pero ella estaba más preocupada en su tristeza y en su trabajo y las tareas de la casa y tomaba esas actitudes de sus mascotas como naturales.
-Nuestra dueña no escucha nuestras advertencias… ¿Qué hacemos? Eliot, Klaus ¿qué haremos con el intruso?- preguntaba Misha lamentándose.
El gato y el perro se miraron y asintieron mutuamente. Eliot le dijo a ambos:
-Esperaremos a que nuestra ama no esté en la casa, y lo echaremos, tendremos que emboscarlo, mientras tanto trataremos de no levantar sospecha. -Dijo el gato y se quedaron discutiendo qué hacer.
Llegado el día, una noche en la que Tania fue invitada a comer por sus amigas y luego a tomar unas copas en un club, solo quedaron en la casa Misha, Eliot y Klaus con el intruso.
Tania solía dejar una de las luces de la casa para que se sintieran acompañados, solía ser la luz de la sala de estar. Esa noche, solo estaba ahí Misha en el borde de la luz, cerca de la sala de estar, se escucharon pasos que eran crujidos viniendo del lado contrario.
La gata sin siquiera perturbarse, vio una sombra negra acercársele con una sonrisa de dientes podridos y unos ojos rojos como la sangre.
-Yo no me acercaría si fuera tú -le dijo la gata al ente.
Se escuchó una risa maniática provenida de la sombra sonriente y cuando estuvo por acercarse a la gata, se escucharon pesados pasos venir de la oscuridad.
-Hazle caso a la gata – dijo la voz gruesa de Klaus, al que le brillaban los ojos en la oscuridad se le veían unos enormes dientes y le salía saliva de sus fauces. Al lado del perro, brillaron otros dos ojos más pequeños, eran los de Eliot, que se lamía los dientes y colmillos.
-Sí hazle caso - dijo Eliot con una voz desencajada.
El ente se asustó y trató de escapar de la casa, pero en la puerta que apenas logró dejar abierta, las poderosas mandíbulas de Klaus y las de Misha y Eliot desgarraban su etérea existencia.
Tania llegó a su casa, vio la puerta abierta de su casa abierta de par en par y llamó a la policía desde su teléfono móvil. Se acercó a la casa luego de bajar de su automóvil y observó en la puerta a sus tres mascotas, con una extraña sombra negra colgando de sus bocas, alcanzó a tocar el pedazo que colgaba de la boca de Klaus y no podía agarrarlo, era como si no estuviera tocando nada. No supo que excusa inventarle a la policía, solo que los vecinos le avisaron que entró a robar un ladrón.
Los ruidos de la casa dejaron de sentirse, gracias a que ellos lograron echar al intruso, días después, las vidas de Klaus y sus compañeros gatos, volvieron a ser tranquilas.
Fin.

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