Parte 2: Erika
Disipada la nube causada por el brutal estallido de la
puerta, el metalero caminó tranquilamente por un largo pasillo hasta un
ascensor que iba hacia abajo solo tres pisos.
-¿Solo tres pisos?- se preguntó molesto.
En eso, dentro del ascensor había un mapa de la base,
Demetrio lo consultó y observo que el cuarto y último subsuelo debía ser
alcanzado por una escalera de cemento, ya sabiendo esto y teniendo en cuenta
que los subsuelos eran muy altos y profundos hacia abajo, tocó el botón hacia
el tercer subsuelo.
En el camino lo acompañó una música de ascensor más que
aburrida.
-Demonios, ¿a quien se le ocurrió poner Jazz como música por
defecto en estos aparatos?- se quejaba el metalero cruzado de brazos.
Habiendo llegado al tercer subsuelo, se abrió la puerta de
ascensor y Demetrio se encontró con una puerta la abrió de par en par y vió que
lo recibían las cosas de siempre, un gran grupo de soldados humanos del que no
quería ser atrapado, armados de cuchillos y bates con pinches.
El metalero acostumbrado a tumbar multitudes, solo tuvo que
alzar la manopla y golpear el suelo, haciendo caer a la masa de soldados y
cruzó entre los caídos que se retorcían con total tranquilidad.
Abrió una segunda puerta, y al voltear luego de cerrarla,
había una multitud de zombis, solo revoleó los ojos hacia arriba y negó con la
cabeza mientras suspiraba molesto.
-¡Daga corta dimensiones, rasga la realidad! – exclamó y
saltó al otro lado de la alta habitación aterrizando al lado de la puerta
siguiente del otro lado de la misma habitación y volvió a exclamar.
-¡El Puño de arrgnabak! –dijo Demetrio al segundo de abrirse
la rasgadura espacio temporal empujando a todos los zombis al otro lado y
cerrándose en milésimas de segundo.
-Me llevan los demonios ¿Qué hay detrás de la segunda
puerta? ¿Vikingos berserker? -Dijo al abrir la puerta y haber deseado comerse
las palabras pronunciadas al acertar su predicción.
Detrás de la puerta, lo esperaban cinco hombres corpulentos
que pasaban los dos metros de altura y gruñían agitando hachas. Se palmeó la
frente y dijo:
-Ya no soporto estas estupideces sacadas de los videojuegos
y películas de acción ¡Erika! Sal del bolsillo de mi chaleco y encárgate de
estos gigantes.
Algo que no identificaban empezaba a caer de dentro del
bolsillo interno del chaleco del metalero y una cabeza de metal, que en
realidad era un candado rectangular, se alzaba del piso y serpenteaba.
Terminada de salir del bolsillo, los hombres corpulentos la miraron aterrados.
-Eso es… -dijo uno de ellos con una voz temblorosa.
-Eso es Erika, una cadena encantada con magia, para que se
comporte como una serpiente, mide dos metros con ochenta centímetros, tiene una
cola que parece un cascabel del cual se le puede agarrar de ahí como una
empuñadura, su cabeza es un candado horizontal
y solo tiene un ojo.- explicó Demetrio.
-¡Huyamos!- gritaron corriendo a no más poder del miedo los
corpulentos gigantes.
-¡Que descorteses!
Odian las serpientes.- pensó el metalero y avanzó a la última puerta, donde
detrás de ella ya no había nada más que la escalera de cemento que decía el
mapa de la base subterránea para el alivio de Demetrio, que antes de usarla
llamó con un silbido a Erika, esta se enroscó en su brazo derecho y puso su
cabeza a la altura de la de él.
El metalero bajó la escalera de cemento con Erika en el
brazo y se dispuso a buscar al maldito que tenía que apresar.
Fin parte 2
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