Encuentro inesperado
Parte 4
El final
Había comenzado
la pelea, el enorme vampiro de grandes músculos se movía a una velocidad
totalmente rápida e inesperada para su porte, el metalero repartía cuchillazos,
patadas y puñetazos a mansalva y se teletransportaba a una velocidad increíble,
revotaban ambos contra las paredes tapizadas de rojo y las columnas de color
blanco de la gran habitación.
La daga de
Demetrio estaba terriblemente afilada, tanto que un cuchillazo cortó el aire y
el espacio dimensional en tres oportunidades, el afilado con la chaira había
sido demasiado efectivo.
Aprovechó esas
heridas espaciales para darle algunos golpes duros a Eleazar, que no los vio
venir, pero aun así el vampiro le devolvió varios golpes con sus afiladas
garras y algunos rodillazos bien asestados.
-¡Nunca
amanecerá! ¿Me oyes Demetrio? nunca amanecerá ¡tú morirás! Y yo reinaré,
bailaré sobre su mísero cadáver en esta eterna noche. –dijo riendo malvadamente
Eleazar.
En un momento
dado, ambos se dieron un gran golpe uno al otro al mismo tiempo y cayeron al
suelo lejos uno del otro. Rodaron por el suelo en direcciones opuestas. Pero en
una décima de segundo, Demetrio saltó casi casi rosando el techo.
-¡Que sí va
amanecer!- dijo Demetrio – y no será la luz de un solo sol, Será de cientos de
ellos -sentenció juntando las palmas y gritando a toda garganta en un gutural y
cavernoso ruido la siguiente invocación y seguidilla de palabras:
-¡Los rayos
ultravioletas de cien soles gigantes! ¡Muere, Eleazar L’enfant! ¡Nunca vuelvas!
Y de sus manos
salieron rayos de sol que se esparcieron por cada centímetro y rincón de la
enorme habitación a una increíble velocidad, Eleazar no pudo escaparan a tan
bestial, masivo y devastador baño de luz solar que le quemaban todo su cuerpo a
gran velocidad. Y el francés solo pudo decir:
-¡Maldito seas
Demetrio el madrileño!
Cuando se despejó
el resplandor y solo quedaban cenizas grises del vampiro Eleazar L’enfant,
Demetrio tuvo que empezar a correr de la habitación dado que todo el lugar
empezó a temblar. Habiendo llegado a la planta baja, se lanzó al aire y se
teletransportó cincuenta metros lejos de la mansión y rodó por el suelo de
tierra del exterior.
Mientras el recinto
terminaba de desplomarse, Chantal, Anastasia y los padres de ambas, levantaron del
suelo al metalero de 45 años, le sacudían el polvo del cuerpo y lo ponían de pie.
-Señor Demetrio,
muchas gracias por salvarnos, ¿cómo podemos retribuirlo por tal acto de
heroísmo?- le preguntó la madre de Anastasia en un trabado acento ruso al
metalero.
-Solo déjenme
disfrutar de tan hermoso espectáculo como lo es un amanecer. Solo eso pido.
Luego desayunaremos lo que me ofrezcan, He vencido a mi máximo rival, una vez
más ha salido el sol - Dijo Demetrio mirando al amanecer en el horizonte con
los ojos llenos de lágrimas de la emoción y sonriendo a Chantal y Anastasia.
FIN
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