Fedréz el lobo gris, Armel el oso pardo y Narufi la loba
roja, se dirigían al pueblo pasando la encrucijada, por pedido de Narufi que
deseaba conocer dónde vivían y cómo vivían los humanos.
Estaban en su forma humana para pasar desapercibos, el lobo
gris vestido de traje, el oso pardo un poco más rustico e informal y la loba
roja con su vestido blanco.
Se encontraron con Anderic en el camino, mejor conocido como
Mano Negra y a pesar de los regaños de Fédrez, se unió a ellos en la visita al
pueblo, ese día Mano Negra estaba sobrio.
-¿Quién es la señorita Fédrez? ¿Una amiga nueva?- preguntó
Mano Negra.
- Es solo una loba que hizo el acuerdo con Luna, nada del
otro mundo, quiere conocer a los humanos- dijo tranquilamente el lobo.
Los cuatro cruzaron el arco de entrada al pueblo, vieron que
en la plaza dentro del pueblo había unos puestos de feria de artesanos, Narufi
estaba maravillada con las cosas que se vendían ahí en la calle y preguntaba
por todo lo que veía dada su curiosidad.
Siguieron caminando por el pueblo, charlando de todo un
poco, que Narufi era la cuidadora de cachorros de su manada, que Anderic era
escritor de cuentos y relatos, que Fédrez era un poeta, no muy bueno, pero lo
era, que Armel era bueno en la lucha cuerpo a cuerpo.
Caminaron un largo tramo y llegaron a una zona algo desolada
del pueblo, de pronto, de un callejón, les salieron al paso dos ladrones de
mediana estatura armados con cuchillos, dispuestos a robarles, curiosamente, el
dinero que los cuatro no tenían.
-¡Quietos ahí los cuatro, esto es un asalto! –dijo uno de
los ladrones.
-¿Estás seguro que quieres hacer esto?- Dijo Fédrez a los
maleantes.
-¡Silencio! ¡Vacíen los bolsillos! –dijo nervioso el otro
ladrón
-¿Qué hacemos? No tenemos dinero- le dijo al oído Mano Negra
al lobo gris.
-Déjamelos a mí, yo me encargo de esto- dijo el lobo
cambiando de forma humana a forma de feroz y peludo hombre-lobo.
Rápidamente Fédrez agarró del cuello a los ladrones y los
levantó en el aire, estos ni lo vieron llegar de lo rápido que se movió, los
ladrones sintieron un gran miedo, temblaban del susto que se estaban llevando.
-¿Seguros que todavía quieren robarnos?- dijo el lobo
apretando fuertemente las gargantas de los dos hombres.
-No, cambiamos de idea, ya suéltanos, no podemos respirar,
no teníamos esto en cuenta.
-Eso haré, desaparezcan lo antes posible- dijo el lobo
soltándolos a ambos.
Ambos hombres salieron corriendo espantados y ni se
atrevieron a mirar atrás del miedo que tenían.
Fédrez se convirtió en humano, y Mano Negra, Armel y Narufi
que estaban mirando atónitos la escena, le preguntaron cómo es posible que se
pudiera transformar en algo intermedio entre humano y animal, ya que Armel y
Narufi no recibieron ese don al hacer el acuerdo con Luna.
Entonces el lobo empezó a explicar:
-De acuerdo, tengo algo que contarles, mi madre es… de La
tribu de Lobos, una de tantas descendientes de esa tribu que tiene una
maldición que nunca se disipa y que pueden cambiar entre lobo, hombre-lobo y
humano, ella había decidido por voluntad propia vivir en una manada de lobos,
no le gustaba cambiar de lugar dónde vivir a cada rato, se quedó un buen tiempo
en la manada a la que pertenezco, me tuvo a mí con mi padre que en ese momento
aún no era el alfa de la manada, sino el hijo del mismo. Y también por eso cada
tanto en el bosque hay una visita de la tribu para ver sí estoy bien.
-¿Y qué pasó con tu madre?- preguntó Narufi.
-Murió en una batalla a la que la llamaron a combatir en un
lugar lejano, mi padre se quedó a mi cuidado y me educó para algún día ser un
lobo alfa. Nadie hasta hace un rato se enteró de esto que les estoy contando –
concluyó Fédrez.
Armel, Fédrez, Anderic y Narufi siguieron caminando un poco
más por el pueblo, salieron de él ya cuando el sol casi se había ido del cielo,
Anderic los acompañó a la encrucijada y se despidieron de él, el hombre se
despidió de ellos agitando la mano en el aire y volvió al pueblo, los otros
tres caminaron hasta la entrada del bosque, cambiaron a su forma de animales,
saludaron a los guardianes de turno, y se dirigieron cada uno a su zona del bosque,
cansados de la jornada que pasaron en el pueblo que está enfrente del bosque,
separados ambos por un cruce de caminos.
Fin
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