Relato Demencial Parte 4
El cambio de ropa y las explicaciones
Llegaron a un local de ropa de mujer abandonado pero aún con
luz eléctrica, entraron y empezaron a ver ropa.
Milena estaba distraída viendo la ropa y los atuendos de los
maniquíes.
“¿Quién carajo se pone esta ropa?” pensaba mientras veía los
modelos de ropa, todavía vestida con su túnica con capucha.
En eso le tocaron el hombro y asustada se volvió a tropezar,
pero antes de caer, fue atajada de la cintura por Demetrio que traía ropa para
ella.
-Pruébate todo esto que te traigo, pienso que te quedará
bien
-Dale, ¿dónde tengo un probador?
-Por allí –señaló Demetrio.
Milena se sacó la incómoda túnica negra y se puso la ropa
que le alcanzó Demetrio que por cierto eran bastantes cosas y algunos accesorios.
Ya cuando se vistió y arregló la ropa, corrió la cortina del
probador y veía Demetrio con algunas armas blancas en las manos.
-¿Cómo me queda todo esto?- preguntó la pelirroja.
Y esto fue lo que vió el metalero: una pelirroja de metro
setenta de unos 30 a 33 años de edad, vestida con borcegos negros, un pantalón
elastizado negro que marcaba las bellas piernas y el trasero de la chica, una
remera musculosa blanca con una leyenda de “fuck you” más el dibujo de dicho
gesto estampados, con una campera de cuero negra llena de tachas encima de la
musculosa, el pelo naranja zanahoria de rizos apretados hasta la cintura atado
en una cola de caballo y una gargantilla de terciopelo negro y satén rojo con
un pentagrama colgando de ella en su cuello.
-Te luce excelente, ahora sí pareces aguerrida y amenazante
-Gracias, ¿esas son espadas? –dijo señalando al suelo
-Son dos espadas medianas japonesas, ¿sabes usarlas?
-Sé usar espadas europeas… pero puedo probar de manejarlas-
dijo agarrádolas del suelo y probándolas en el aire.
-¡Magnífico! ¡No le he errado en nada! – exclamó el
metalero.
-Me debes explicaciones querido melenudo
-Bien, ¿Qué quieres saber?
-¿Cómo acertaste a mis talles de ropa y a las espadas?
-Yo estuve casado 8 años, con una bella morocha de pelo largo,
metalera, de tu estatura, cuando le tenía que comprar ropa, si o si tenía que
acertarle al talle, cosa que con el tiempo se me volvió práctica y costumbre,
ella entrenaba esgrima tanto japonesa como europea.
-¿Por qué “estuve”? ¿Te separaste?
-Ella murió de cáncer, fue una dura batalla, ella una gran
guerrera, pero esa batalla no la pudo ganar, murió hace 6 años, yo tengo 42
años de edad en este momento, has las cuentas.
- Que situación triste- Dijo Milena apenada.
- Luego de eso me volqué a la elaboración de bebidas
alcohólicas: hidromiel, cerveza, whisky, absenta, anisados, licores de hierbas,
etc. Y a coleccionar libros de magia…
-¿Por eso la navaja encantada y la manopla?- interrumpió
Milena
-Exacto, yo las encanté y aprendí ataques con ellas.
-Eso explica mucho
- Mi turno de preguntar
-Encantada –dijo Milena con una sonrisa.
-¿Qué fue de tu hermana?
-Se casó con Julián hace dos años atrás y se fueron a vivir
a la Patagonia argentina, luego no supe más nada de esos dos.
-¿Ese libro de tapas negras que traes aparte de el de mi
invocación, es con el que invocaron al engendro aquel?
-Sí, cuando invocaron al monstruo, yo estaba por ahí cerca,
los que lo invocaron se volvieron locos al verlo, yo me tapé los ojos y salí
corriendo con el libro, pasaron muchos días y me ví en la necesidad de traerte
de la ciudad de La plata.
-Entrégamelo, quiero ojearlo para encontrar la forma de
enviarlo a su dimensión y de seguro dice a qué dimensión pertenece.
Milena le alcanzó el volumen negro a Demetrio y este lo ojeó
y leyó atentamente, luego de una hora, salieron de la tienda de ropa, caminaron
unas cuadras y encontraron una motocicleta de alta cilindrada aún con
combustible en el tanque y se subieron a ella.
-Yo conduciré, ¿Dónde hicieron el condenado ritual?
–preguntó Demetrio
-En el anfiteatro, allá a veinte calles de distancia.
-Entonces sujétate, ¡allí nos dirigimos!
Fin parte 4
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