El circo
El oso Armel había salido del Gran Bosque
camino al sur, para el mundo de los humanos, dirigiéndose a un pueblo.
Había sido informado que existían unos
lugares, que eran carpas enormes llamadas “circos” y él quería visitar uno, fue
él solo sin la compaña de ningún otro ser.
Antes de llegar, tomó su forma humana,
vestido formalmente de traje, se pagó un boleto y siguió una fila de humanos
que por turnos iban entrando a la carpa donde se hacía el espectáculo, cortaron
su boleto y fue a sentarse entre la multitud de personas.
Empezó el espectáculo y vio malabaristas,
equilibristas, retadores de la muerte, payasos, pero su curiosidad empezó
cuando vio el número de los domadores de leones, cosa que empezó a caerle
mal, y en un momento, el presentador con
un megáfono en la mano dijo:
-Y ahora, nuestro nuevo espectáculo
¡Abby! La osa equilibrista y
malabarista, ¡démosle un fuerte aplauso!
Se corrió un telón y las luces enfocaron
a una joven osa que hacia equilibrio torpemente en una gran esfera bajo sus pies
y haciendo malabares con pelotas de pequeño tamaño.
En un momento, Armel la miraba fijamente
y la osa, en un momento de distracción le devolvió la mirada, eso hizo que se
le cayeran las pelotas con las que hacía malabares y se cayó de la esfera en la
que estaba parada.
La osa estaba tirada en el suelo y el en
aire sonaban los latigazos y se escuchaban insultos por parte de los que
dirigían al espectáculo.
-Disculpen damas y caballeros, hoy la osa
no tiene un buen día, seguiremos con los demás números, no se vayan, estaremos
de vuelta con lo siguiente de lo programado –se le escuchó al presentador.
Sacaron de allí a la osa a latigazos y
empujones, a Armel se le ocurrió una idea, se quedó hasta que terminaron todos
los números, y cuando ya era de noche, casi cerca de la medianoche cuando todo
había terminado, se dirigió a la parte de atrás de la carpa dónde estaban los
animales del circo enjaulados, en una jaula aislada de todos los demás, estaba
la osa, una osa parda joven.
El oso, todavía en forma de humano, se
acercó a la jaula y le dijo:
-Tú eres una osa que no quiere estar aquí
¿me equivoco? ¿Cuál es tu nombre verdadero?
- Mi nombre no es Abby, soy Bernardette,
me capturaron de pequeña y me obligaron a trabajar en este lugar, ni siquiera
la comida es buena y siempre nos tienen
a latigazos y gritos, es claro que no quiero estar aquí, pero no sé qué hacer
de mi vida.
-Berdardette, tal vez te ha llegado un
rumor de un líder de los osos
-Un tal Magnos… ¿Armel?
-Con el mismo estás hablando, puedo
liberarte en este instante y podrás venir al gran bosque, hay comida asegurada,
cuevas, manadas de osos, árboles en los que rascar tu lomo, dime ¿aceptas la
oferta?
-Prefiero ser libre, a seguir en este
horrible lugar, pero también quiero que me ayudes a liberar a los demás
animales: tigres, leones, elefantes.
-Dalo por hecho –dijo Armel y se
transformó en hombre-oso agarró la puerta de la jaula y la arrancó como si
nada, hizo lo mismo con las demás jaulas y los animales salieron corriendo.
Se despertaron todos los humanos y alguien dio la alarma de que había
ladrones.
Armel y Bernardette huyeron hacia un
bosque cercano y los demás animales se quedaron atacando a los del circo,
estaban cobrándose los años de maltrato y mala vida.
Pasado el bullicio y estando ambos fuera
del alcance de los demás, Armel y la osa se sentaron debajo de un árbol y la
osa dijo:
-Cuéntame más de ese bosque
Y con lujo de detalles Armel le dijo que
era un lugar enorme, lleno de animales de todo tipo, osos, lobos, claros,
cascadas, árboles frutales, arroyos, un gran rio, cuevas, salmones.
-¿Salmones? ¡Quiero probarlos! Y aprender a cazarlos
también.
- Entonces para allá vamos, caminemos,
hay una entrada mágica por aquí cerca, serás más feliz estando con una manada
que donde estabas antes.
Armel y Bernardette caminaron un poco
más y llegaron a una zona neblinosa, al
otro lado los esperaba el Gran bosque.
Armel reunió a todos los osos de todas
las manadas, le presentó a todos a la nueva integrante de la manada e hicieron
un festejo con pequeños animales, bayas, frutas
y por supuesto salmones, los más grandes que se pudieron conseguir. El
líder de los osos estaba más que orgulloso por la gran acción que realizó de
liberar al menos a un oso de las manos nocivas de los humanos crueles.
Fin.