Parte final: el idiota y la recompensa
Demetrio terminó de bajar la escalera y le dio una gran
patada a la puerta de madera que se partió al medio y quedó astillada, observó
que había alguien del otro lado de la habitación, la misma tenía una gran
piscina de la que salían cocodrilos feroces en el medio de ella separando en
dos partes la habitación.
Le pidió a Erika que se desenroscara y tomándola de la cola
la arrojó lejos diciéndole que apresara al que fue a buscar.
Pasados pocos segundos, se escucharon gritos, y el metalero
se teletransportó enfrente del que la cadena-serpiente atrapó y estaba
constriñendo fuertemente.
-No puedo creer que soporté tan tremenda estupidez, de la
puerta de entrada hasta aquí por 50 millones de dólares de recompensa por venir
al medio del desierto en una base militar subterránea para atrapar al idiota
del hombre-cocodrilo de Elías Forment. -Dijo Demetrio ya harto.
-¡Demetrio Liceros! Soy el hombre-caimán Elías Forment -
dijo el abatido en el suelo.
- ¡Que te jodan idiota! Te callas y te quedas quieto o haré
que Erika se ponga cariñosa y te dé unos choques eléctricos de 5.000 voltios ya
que estás mojado. Tú elijes.
-De acuerdo, me quedo quieto, ¿pero es necesaria la
violencia?
-Erika, dale un toque.
-¡No! Me callo me callo.
-¡Jum! Mejor para mí – dijo masticando broncas Demetrio
mientras sacaba una larga soga para atar a Elías.
Luego de atar al hombre-caimán, el metalero pidió a Erika que
entrara al bolsillo del chaleco y llevó al capturado todo el camino a la
rastra, por las escaleras, por al lado de los soldados caídos en el suelo, por
el ascensor dándole coscorrones en la cabeza, a la rastra también hasta la
puerta que ya había anochecido afuera de la base.
-Nadie va a creerme semejante anécdota, lo que hice por
venir a capturar a este sujeto, y todo por 50 millones de dólares que no
necesitaba y por una apuesta por perder a los naipes con uno de la casa del
agente de recompensas para cazadores ¡un hombre-caimán! ¡Menuda estupidez!
Todo eso fue lo que dijo el metalero Demetrio Liceros antes
de teletranportarse al sitio dónde estaba el agente de recompensas, al que le
tiró a Elías Forment por la cabeza y le exigió los 50 millones por traerlo vivo
y coleando.
Demetrio no se fue hasta terminar de contar todo el dinero y
decir:
-¡No vuelvo a trabajar contigo! Ya tengo bastante dinero con
mis dos fábricas de destilados y fermentados como para tener agente de cacería
y sé trabajar solo en estas cosas paranormales.
-¡Como quieras madrileño!- le contestó el agente.
El metalero se dio la media vuelta y desapareció rumbo a su
casa con las maletas llenas de 50 millones de dólares que no necesitaba, por
cazar a un idiota caro.
FIN