La búsqueda del gran dragón
-Vilka, repíteme para qué me trajeron tú
y esta kitsune de pocas ropas… -dijo Demetrio acariciándose las barbas blancas
y tocándose la cicatriz que cruzaba su ojo izquierdo.
-¡Oye! ¿Cuáles pocas ropas? Es vestimenta
de cosplay, tú no entiendes de eso.- se quejó Kyan Tati
-Entiendo más de lo que piensas Kyan…
-De acuerdo Demetrio, estamos buscando al
dragón Heken Pak, un gran sabio que nos ayudará con ciertos problemas, él sabe
sobre el futuro de todos. Por eso vamos a las tierras frías del noreste.
-¿Y por qué vamos contigo?
-Porque Fédrez no es tan amigo del frio
-¿Y por qué Kyan Tati?
-Caprichos del escritor
-Entonces así sí ja ja ja – dijo Demetrio
riendo y mirando a una molesta zorra vestida de cuero.
Vilkamuzta el lobo negro, Demetrio el
metalero y Kyan Tati la kitsune estaban de viaje en busca de un legendario
dragón, que vivía en las tierras heladas del noreste, al noreste del Gran
Bosque, pero cerca de los Bosques Helados dónde vivía el lobo negro, era
menester consultarlo urgentemente y ellos fueron los enviados para realizar la
tarea.
Vilkamuzta estaba en su forma de hombre
lobo, con ambas cicatrices en las cejas, Demetrio estaba con su chaleco que
tenía un parche de una mano cornuta en la espalda y unas pesadas botas para
nieve.
Kyan Tati, en cambio, estaba vestida con
un pantaloncillo de cuero, una musculosa negra y unas botas que le llegaban a
las rodillas todo ceñido al cuerpo y abrigada con una campera que apenas bajaba
a la cintura, la cual tenía descubierta, todas esas ropas resaltaban sus curvas
femeninas.
Al único que se le notaba su edad era a
Demetrio, ya de pelos blancos, barba blanca
y una cicatriz en el ojo izquierdo, digamos que estaba cerca de cumplir
entre 55 y 60 años de edad, aunque la magia lo hacía ver más joven.
Ellos caminaban hacia un gran glaciar, la
morada del dragón, que ya empezaban a verlo a lo lejos.
En eso, se cruzaron con una sombra
extraña, parecía un mapache, parecía una mujer joven, parecía…
-¡Neyk Itet! ¿Qué haces aquí?
Muéstrate –dijo una sorprendida Kyan
Tati
Entonces, de entre las sombras, salió una
mujer con orejas de mapache y una cola muy esponjosa.
Era Neyk Itet, la tanuki mágica, antigua
compañera de andanzas de Kyan tati
VIlkamuzta y Demetrio se miraron mientras
las dos mujeres se abrazaban y hablaban como cotorras de cosas de sus vidas.
-Gracias a los cielos que estoy separado,
cada vez más molestas las mujeres que veo, gracias que Milena me abandonó…
-Murmuraba Demetrio.
Ya cuando terminaron de saludarse, Kyan
tati presentó a Neyk Itet, una vieja amiga de los bosques japoneses, que ambas
solían ser espías de los bosques y se infiltraban fácilmente en cualquier lugar,
Neyk era una pícara mujer mapache, una Tanuki, que también hacía cambio de
vestuario y era muy engañosa.
-Solo falta la cereza del pastel, no
puedo equivocarme- dijo Demetrio al aire, sin darse cuenta de que se tragaría
sus palabras.
-¿Hacia dónde van? Los acompañare –Dijo
Neyk
-Hacia el glaciar de Heken Pak- contesto
Vilkamuzta
Llegaron ya muy cerca del glaciar y
escucharon una advertencia.
-Alto ahí todos, ¿quién viene a molestar
al legendario Heken Pak?- se pudo escuchar antes de que una lluvia de dardos,
clavos y tuercas les cayeran encima, de no ser porque Demetrio pronunció las
siguientes palabras:
-¡Escudo de tres capas!
-¿Estás seguro? ¡Lluvia de cascotes!
-Eso no me hará mella, Porque ¡yo soy
Arrgnabak! –dijo Demetrio tele transportándose detrás del agresor y dándole un
golpe de martillo a dos manos en la nuca.
Luego de noquear al agresor, Demetrio
revisó sus ropas y encontró una foto en un guardapelo, en esa foto estaba
alguien muy conocido por todos.
-Tienes una foto de Gelias, eso solo
puede significar que eres…
-Calluz, el mercenario medio elfo, hijo
del mercenario humano Gelias vencido por Magnos Arctus Armel.
Se hizo un silencio incomodo, uno que
duró varios segundos. Pasado ese momento incomodo, Calluz habló
-Soy Calluz, el mercenario medio elfo, guardián
de Heken Pak, soy un maestro lanzando cosas, esferas, piedras, dardos, clavos,
tuercas, tornillos, lanzas, martillos, hachas de mano, cuchillos.
Calluz era alto y estaba vestido con una armadura de cuero, con
varias bolsas de cuero colgadas de su cinto repletas de cosas para lanzar,
tenía la clásica mirada de los elfos de bosque, digamos que tendría unos
treinta años de edad.
-Bueno bueno, que venimos a ver a Heken
Pak, ¿dónde está él? –preguntó Vilkamuzta
-Detrás del glaciar, ha quedado atascado
hace años, Neyk y yo estamos protegiendo su morada.- respondió Calluz
Demetrio mirando al glaciar, dijo con
toda convicción:
-Este trabajo es para mí, a un lado -Dijo
el hombre desnudando su torso el cual estaba lleno de tatuajes mágicos
-Aquí se termina todo… Cien millones de
puñetazos de Arrgnabak, ¡Arrgnabak dame tu fuerza! ¡Yo soy Arrgnabak el grande!
Dicho esto, los millones de puñetazos
aterrizaron en el glaciar y lo hizo añicos en segundos.
Luego de caer todos los pedazos de hielo,
se vio un gran resplandor salir de lo que antes era un glaciar.
-Ahrg, ¿quién liberó a Heken Pak? Debo
darle un premio, tantos años de encierro me tenían loco y aburrido.- dijo una
voz que retumbaba como una caverna.
Y ahí estaba Heken Pak, un enorme y largo
dragón chino de color azul, de 30 metros de largo, que se liberó y se enroscó
sobre sí mismo.
Y ahí estaban perplejos; Demetrio, Vilka,
Kyan, Calluz y Neyk, mirando al gran Heken Pak.
-¿Y bien?
¿Qué quieren saber? ¿Sobre el futuro dicen? Hagan valer mi tiempo.
-Dragón- se adelantó a hablar Kyan
-Queremos saber sobre el futuro del Gran Bosque, también sobre las tierras heladas
del norte, y también el bosque de la tejedora, y el bosque quemado y la jungla
de Kundam.
El Dragón quedó en silencio, empezaron a
brillar sus ojos, y empezó a hacer unos sonidos guturales muy fuertes.
Los presentes esperaron pacientemente lo
que iba a decir el sabio animal legendario.
-Muy bien, tengo la respuesta a sus
consultas, todos esos lugares, seguirán vivos mientras todos los que creen en
ellos, con ilusión en sus corazones y con la inocencia de un niño, nunca
morirán, ni esos lugares, ni ustedes. Todo depende de que tanto sean
recordados.
-Esto si pone alegría en nuestros
corazones, Heken Pak, muchas gracias por tu sabiduría.- Dijo Vilka con una
lágrima en su ojo derecho.
-Un gusto conocerlos a todos ustedes,
gracias por liberarme.
Todos los presentes se alegraron y se
abrazaron, Kyan con Neyk, Vilkamuzta con Demetrio, y Calluz se abrazó a un
árbol todo blanco de nieve.
-Bueno, esto hay que festejarlo, juntemos
comida. -Dijo Demetrio.
-Momento, yo me encargo de ello.-dijo
Heken Pak e hizo aparecer comida como para un batallón de personas.- ¡A comer y
festejar! – Y empezaron a comer glotonamente.
Todos los presentes estaban alegres de
que estos relatos y aventuras nunca terminarían, incluso yo, Mano Negra, que
estoy transcribiendo este relato y no puedo para de llorar de la alegría.
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