Villkamuzta, El lobo negro
Dedicado a Juan Pablo Ramos, como regalo
amistoso de tantos años de amistad.
Era un día de invierno en el gran bosque,
todo estaba blanco de nieve, el guardián del recinto de los ancestros llamado
Fédrez Patas blancas, estaba sentado en una roca meditando profundamente en su
forma de hombre lobo, cuando de pronto, sintió la presencia de otro lobo de la
tribu.
Abrió los ojos y vio a Enkera, uno de los
ancianos del consejo que se le acercaba para hablar.
-Anciano Enkera ¡que sorpresa! ¿Qué lo
trae por aquí? –dijo Fédrez
-Querido guardián, vine para darte una
misión, debes llevar este mensaje y realizar un rito, ya que estás capacitado
para ello. Debes ir tú solo, al bosque blanco del norte.
Fédrez trataba de recordar quien vivía ahí
y abriendo los ojos a más no poder, le dijo al anciano:
-El único que vive en esa zona es…
-Villkamuzta – completó Enkera – debes
llevarle el mensaje y volver con una respuesta favorable.
El anciano no dijo más nada, saludó a
Patas Blancas y se retiró.
Fedrez leyó el rollo de papel que le fue
entregado, preparó todo para el viaje hacia las tierras heladas del norte que
estaban pasando el río enorme que dividía el gran bosque de las ya mencionadas
tierras heladas, partió esa misma madrugada.
El viaje fue rápido, duró solo un día,
Patas Blancas estaba acostumbrado a caminar largas distancias.
Llegó a las tierras heladas de noche con
todo el suelo del bosque helado lleno de nieve y acercándose a unos matorrales
sigilosamente, divisó un valle lleno de rocas grandes y en el medio una mujer
lobo de pelaje blanco cerca de una
hoguera.
Curiosamente, sintió una presencia detrás
de él que lo hizo mirar hacia atrás. Vio un gran hombre lobo de pelaje negro y
dos cejas grises con sendas cicatrices marcadas en ambos ojos y de grandes fauces que se le abalanzaba y lo
llevaba con el rodado por el valle hasta casi llegando a la zona de la hoguera.
La mujer lobo observó a ambos lobos tontos
forcejear y dijo:
-¡Villkamuzta! ¡Deja en paz a ese lobo!
-¿Qué? Solo saludo a un viejo amigo, ¿Cómo
te encuentras Fédrez? –dijo el enorme ser tendiéndole la mano a Patas Blancas
para levantarlo del suelo.
Luego de levantarse del suelo, Fédrez el
lobo gris de patas blancas y Villkamuzta se abrazaron.
Patas Blancas llamó a su amigo con su
nombre completo, el cual era: Villkamuzta el lobo negro de Cejas Grises
-Disculpa Fedrez, debo corregirte, ya no
soy Cejas grises, abandoné esa parte de mi nombre cuando me exilié por mi
cuenta, luego de que no pude salvar a mi padre, que era el Alfa de la manada en
aquella misión fallida y a mi querida Dierena, recibí estas dos cicatrices en
mis cejas de un casi mortal ataque, así
que solo nos llamaremos Fedrez y Villkamuzta.
-¡Oye! ¡Y yo pintada como muro verdad!
–se quejó la loba blanca.
-Cierto cierto, Fedrez, te presento a mi
compañera de vida, Tarillak la loba Ártica.
El lobo gris saludó a la blanca loba
ártica y el lobo negro no le preguntó si se quedaba a comer, ya que era obvio
por lo lejos de la ubicación de la cual provenía Fedrez.
Se sentaron los tres alrededor de la
hoguera en su forma de hombres lobo, Tarillak era una loba blanca del Ártico
que en su forma humana era de piel muy blanca, cabello gris, de ojos azules,
alta y delgada. Villkamuzta era un enorme lobo negro del rio Yukón, como ya fue
dicho, su seña distintiva eran sus cejas color gris cortadas por una cicatriz
en cada una de ellas.
Villkamuzta había estado en estas tierras
heladas desde hace unos aproximados 7
años luego del exilio autoimpuesto por el mismo por la gran vergüenza sentida
por el hecho ocurrido ya antes mencionado.
-¿Y a qué se debe la visita Fedrez?
–quiso saber el lobo negro.
-Los ancianos del consejo de la Tribu de
Lobos, me han enviado a nombrarte Alfa de esta zona junto con tu compañera,
como forma de agradecerte por mantener protegidas estas tierras de intrusos, y
siendo yo guardián del recinto de ancestros y lobo Alfa, tengo el poder de
realizar la ceremonia. Aquí está el papel que avala lo que estoy diciendo.-
dijo Fédrez alcanzándole el papel que le había dado el anciano del consejo.
-Felicidades lobo gris por tu
nombramiento de Alfa. Imagino el gran honor
de que seas el guardián de los ancestros, déjame ver ese papel, acepto el
ofrecimiento y tener el nombramiento oficial.
El lobo negro leyó atentamente en voz
alta el rollo de papel que confirmaba todo lo dicho por Patas blancas.
Habiendo terminado de leer,
Villkamuzta se levantó del suelo y aulló
con gran fuerza, siendo respondido por un gran coro de aullidos. De entre las
rocas del valle, salieron al menos unos seis lobos negros y seis lobos blancos
de ambos sexos, que se unieron a los tres lobos.
Ya todos reunidos, Fedrez les tomó el
juramento a Villkamuzta y Tarillak, el cual fue el siguiente dicho al unísono
por ambos lobos:
-Nosotros, Villkamuzta Dos Cicatrices y
Tarillak La Blanca, juramos bajo nuestras vidas y hasta el último suspiro,
proteger las tierras heladas del norte, servir a la Tribu de lobos, dejar
descendencia y hacer justicia con nuestras garras y dientes si eso es requerido
para cumplir nuestra misión como lobos Alfa.
-¡Vivan los nuevos Alfas, viva la Tribu
de Lobos, vivan las tierras del norte! - Corearon todos los lobos presentes.
Estaba hecho, Villkamuzta fue
recompensado con el título de Lobo Alfa, estaba exento de ir a las reuniones de
la tribu de lobos y tenía otorgado el poder de hacer lo que viera necesario
dentro de su territorio.
Al día siguiente, Fédrez fue saludado y
despedido cordialmente por los dos flamantes Alfas de las tierras heladas del
norte, quienes iban a proteger el territorio con todo su ser. Villkamuzta
estaba más que feliz, pues tuvo una gran alegría luego de mucho tiempo de
exilio.
Fin.