Mapa de La Dimensión Mágica de Bosques

Mapa de la Dimensión Mágica de Bosques

  Mapa de la Dimensión Mágica de Bosques   La Dimensión mágica de Bosques, lugar donde habitan los seres tres esencias y algunos yok...

miércoles, 21 de marzo de 2018

Los guantes mágicos


Hace mucho, muchísimo tiempo atrás…
En un viejo imperio de oriente donde había lámparas mágicas, alfombras voladoras y mujeres que adivinaban la suerte, había un hombre llamado Abdul que hacía túnicas, mantos, sandalias, vestidos, en fin, el hombre se ganaba la vida haciendo vestimentas y las vendía en mercados, era ropa de una excelente calidad que no había forma de compararla en todo el imperio.
Este hombre que se ganaba la vida vistiendo a los demás, tenía una hija muy bonita llamada Alessa a la que le gustaba bailar, que si no fuera porque tenía que dormir y comer, estaría bailando de sol a sol. Alessa tenía 18 años, amaba bailar, siempre lo hacía a toda hora, iba vestida con la bella ropa que su padre hacía para ella.
Un día, una mujer se le presentó a Abdul haciéndole un extraño pedido, la mujer quería deshacerse de unos cascabeles que ella decía que eran mágicos y no podía tenerlos encima por mucho tiempo. Antes de que el hombre pudiera reaccionar, la extraña mujer desapareció dejándole los cascabeles al costurero.
Abdul llamó a su hija Alessa para que viera los cascabeles y escuchara el extraño ruido que estos hacían, un ruido que si se hacían sonar varios de ellos de determinada forma, era un sonido hipnótico. Entonces la joven, pidió a su padre que le hiciera algo para poder hacerlos sonar, algo que pudiera llevar en sus manos, el hombre pensó largamente qué hacer y al final se le ocurrió algo.
Días después, Alessa estaba bailando en la calle y su padre la llamó, ella se presentó ante su padre y su padre, le mostró unos extraños objetos con forma de guantes sin dedos.
-Padre, ¿cómo se usa esto? –preguntó la niña desconcertada.
- Esto se usa uno en cada mano.
- ¿Le has puesto los cascabeles?
-Así es, úsalos en tus manos y marca un ritmo con ellos.
Alessa emocionada al oír el ruido de los cascabeles en sus manos, no pudo evitar dar pasos de baile y empezar a danzar. La chica, salió corriendo al mercado, más precisamente a una zona por donde circulaba muchas personas. Y empezó a batir palmas marcando un ritmo y empezó a bailar, todas las personas que circulaban por ahí; hombres, mujeres y niños quedaron hipnotizados por el ritmo de los cascabeles y los bellos pasos de baile de Alessa.
De casualidad estaba por ahí un hombre de la corte del emperador, que no pudo sacarle los ojos a la chica que bailaba y estaba encantado de ver tan maravilloso espectáculo, se abrió paso entre la multitud y le habló a la bailarina.
-Disculpe joven señorita, soy un funcionario de la corte del emperador, creo que sería un gran espectáculo para nuestro líder.
-Debe hablar con mi padre, él es que decide por mí, acompáñeme a mi casa y hable con él.
Llegaron a la casa del costurero, el funcionario habló con Abdul, y dijo que no se iría sin un sí como respuesta, incluso llegando a decir que el sería el que le confeccionaría la ropa al emperador y su hija sería bailarina de la corte en el palacio. El costurero no tuvo opción ante la oferta de hacer la ropa al máximo mandatario. Al otro día fueron llevados ante el emperador, el cual quedó maravillado con las prendas de vestir presentadas como regalo de Abdul y el exquisito don de baile de Alessa
La chica bailaba todos los días en el palacio, maravillando a todos, menos a una sola persona, que odiaba a Alessa, unos de los cortesanos, que descubrió que los guantes de Alessa eran los responsables de su éxito, envió a soldados robar los guantes.
Pusieron los guantes por separado en cofres para ser llevados lo más lejos uno del otro, uno hacia occidente y el otro hacia oriente. Pero a la mitad del camino, en ambos cofres, empezaron a sonar los cascabeles en ambos lugares, uno en el lejano oriente y el otro en el lejano occidente, la curiosidad de los jinetes pudo más que ellos, abrieron los cofres y mágicamente se hicieron etéreos y desaparecieron ante la atónita vista de los hombres.
Alessa estaba triste porque no encontraba sus guantes de cascabeles y antes de salir a bailar para el emperador, se miró las manos, y como por arte de magia, escuchándose en el aire un sonido cada vez más fuerte, aparecieron los guantes en sus manos, y ella, con gran alegría, salió una vez más a bailar para el emperador y todo el palacio.

Fin

No hay comentarios: