Una guerrera de negros cabellos buscaba la felicidad que
había perdido, se adentraba en hostiles lugares, pensando que en esos
lugares iba a hallar un regocijo, pero
no era así su corazón que estaba aún estaba lastimado por malas experiencias. Pero
un día, un extraño hombre vestido en un manto negro encapuchado se le cruzó en
el camino a la batalla.
-¿Que quieres? -
preguntó la guerrera.
-Tengo algo que necesitas – replicó el extraño.
Y el extraño sacó de su capa una brillante luz encerrada en
su huesuda mano.
Abrió su mano el hombre
y la guerrera temblaba de miedo pero confiaba en el encapuchado, de la mano este, salió una
pequeña chispa resplandeciente que se dirigió al protegido pecho de la dama.
Ella en el instante, empezó a sentirse más liviana y su corazón rebozaba de
alegría amor y compasión.
-Tu corazón ha sanado guerrera, sigue tu camino - atinó a decir el hombre.
- Estoy agradecida
¿Cuál es tu nombre?
Pero había
desaparecido con el mismo misterio que había aparecido.
La guerrera de cabellos
negros como la noche, dejó de matar despiadadamente, pues ya se encontraba en
paz y feliz.
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