La reunión y el regalo
Dedicado al proyecto Cuentos en el Bosque
y su creadora Florencia.
Era una tarde en una parte del planeta
del universo de los sueños, llamado Oniria, en el que habitaban cinco damas,
incluido el mismo planeta, que también era una dama.
La Cuentacuentos, que era un hada de alas
etéreas, vestida de marrón y tenía una capa verde césped, estaba llena de
flores en sus ropas, cuidaba y regaba los cuentos del bosque encantado que ella
habitaba y los narraba al ir al mundo de los humanos.
Luego estaba su parte contraria, La Dama
Cuervo, que era un cuervo negro que habitaba un jardín negro de plantas con
flores de pesadillas que gritaban escandalosamente, ella vestía de negro y
estaba cubierta de plumas negras, había perdido la cabeza por cuidar pesadillas y reía histéricamente
cuando graznaba y cuando tenía forma de persona humana. Ella narraba los
cuentos de terror surgidos de esas pesadillas.
Luego estaba Apsara, un silfo, un
espíritu del viento, recorría todo el planeta danzando y soplando sobre
cualquier cosa que encontrara, en su camino dejaba pasos de baile y música, no
era de hablar mucho, pues decía que no había mejor expresión que bailar, vestía
de color celeste con pequeñas partes blancas.
También estaba Lunática, una entidad
malvada que habitaba las tinieblas del planeta, vestía de color rojo sangre
cuando tomaba forma humana, se encargaba de los sentimientos fuertes y
descontrolados, la violencia, el espanto, la desolación, la cruda realidad.
¡No nos olvidemos de Oniria por favor! Ella
viste de blanco y lleva un velo sobre su cabeza del mismo color cuando se
encarna en un avatar de forma humana, suele ser maternal y es la que crea todo lo que está en ella, es la que contiene
todo lo anterior.
¡Momento! ¿Dónde me quedé? ¡Ah sí! Era una
tarde de sol y algunas nubes en el cielo, se habían reunido en una mesa redonda
de madera y sillas de espaldar alto las cinco damas.
La Cuentacuentos había aparecido en una
nube de polvo mágico, la Dama Cuervo había llegado volando y graznando, Apsara llegó
en una ráfaga de viento y sonido, Lunática salió de una enorme tormenta negra,
llena de truenos y relámpagos. Oniria de un haz de luz enceguecedor.
Sentadas cada una en su silla, habían dado
comienzo a la reunión y los cruces de palabras habían empezado.
Lunática: Bueno bueno ¿para qué nos
llamaron?
Oniria: Nos trajeron un regalo a las
cinco en un cofre.
Apsara bailó con las manos preguntando
que era un regalo.
Cuentacuentos: Un regalo es una cosa que
se suele dar para agradar a alguien o para agradecer algo a la persona.
Dama cuervo: ja ja ja ¿Quién querría
quedar así de bien con nosotras? ¡Y encima con las cinco al mismo tiempo! Ja ja
ja
Cuentacuentos: aquí atado al cofre hay un
papel dice que un ser de un gran bosque
secreto se atrevió a tomar el collar de cuentas del caprichoso y el collar de
las tierras oscuras, desarmarlos y hacer cinco brazaletes.
Todas quedaron en silencio, pasaban los
segundos y era más incómodo el silencio, se cortaba el aire con un cuchillo.
Lunática: ¿Y? ¡Abran el cofre!
Oniria: Ábrelo tú Apsara
Apsara abrió el cofre no sin antes hacer
unos ademanes de baile, dentro había brazaletes coloridos, cinco como decía el
papel, cada una los miró de cerca y agarró uno al azar.
Cuentacuentos: no recordaba estos colores
y eso que siempre cuento las historias de ambos collares.
Dama Cuervo: ja ja ja, cuentas, cuentas de
colores, blancas y negras para mí ja ja ja ja.
El de Apsara no dejaba de cambiar de
color, lo hizo notar señalándolo con sus dedos.
Las damas estaban alegres de tan bonito
gesto, hace rato que no tenían un regalo, no que ellas recordaran puntualmente.
Luego de quedarse un rato más hablando, dijeron que iban a usarlas para
reconocerse entre ellas y para que fuera más fácil saber para los mortales que
ellas eran las damas de Oniria.
Cada una se despidió por turno y se
fueron, todo en el orden mismo que llegaron, la cuentacuentos en una nube de
polvo mágico, la dama cuervo volando y graznando, Apsara en una rágafa de
viento y sonido, Lunática en una tormenta negra de truenos y relampagos y
Oniria en un enceguecedor haz de luz.
Fin.