La eterna
pelea
Érase una vez…
una encrucijada que tenía frente a frente un pueblo y un bosque que se iba del
pueblo al bosque y del bosque al pueblo, y uno de los caminos cortaba al medio
la zona intermedia.
Por la izquierda
venía caminando un hombre de unos 40 años de mediana estatura con barba y tenía
unos largos guantes blancos, que se dirigía a al pueblo. Por la derecha en
cambio, caminaba un muchacho de unos 25 a 30 años de edad también de mediana
estatura, vestido pintorescamente, que se dirigía al bosque.
Llegaron ambos a
la encrucijada y se miraron fijamente.
-A ti te conozco
–dijeron los dos al mismo tiempo.
-Tú eres Fédrez, el
Lobo Gris de patas blancas –afirmó el hombre sacándose los largos guantes
blancos dejando sendos antebrazos y manos de color negro como la noche al
descubierto.
-¡Y tú Anderic,
la Mano negra! – terminó de decir el muchacho convirtiéndose en un enorme lobo
gris con medias blancas en sus patas.
-Escribiste un
poema sobre mí
-Escribiste un
cuento sobre mí
-¡Pésimo poema!
-¡Horrendo cuento!
-¡Horrendo cuento!
Se quedaron
mirándose a los ojos fijamente uno al otro y empezaron a alagarse amistosamente
uno al otro.
-Mordida de
cachorro
-Pulso de abuela
-Gigante para
nada
-Viejo decrépito
-¡Mal recitador!
-¡Somnífero!
-¡Somnífero!
-¡Hijo de la
noche!
-¡Borracho de
taberna!
Mientras este
encuentro sucedía, la Luna los miraba perpleja.
-¡Estos dos
siempre que se cruzan se pelean! ¿Cuándo harán las paces? Su creador ¿Qué pensará
de ellos? –pensaba la Luna mientras recorría el cielo lentamente en la noche.
-No lo sé Luna,
mi pluma mágica escribe ella sola lo que sucede en este cuento –dijo el
escritor, que dejó de escribir, puso la estilográfica en la mesa, se levantó de
la silla y se alejó del escritorio.
Fin
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